Cada vez estará la calle más sola,
más gente muerta en los hospitales,
cada vez nos sorprenderán menos
las cifras o las tasas de contagio.
Cada vez que algún repartidor vago
deja un paquete caer por encima
del muro quisiera matarlo.
Hubo muchos daños por el temporal
de nieve de hace una semana
y se declaró zona catastrófica
para obtener más ayuda del estado,
ya no son noticia los de la cañada real
ni los asilos aislados
ni los fruteros sin poder ir a Mercaderil,
ya no importa porque ya hace mucho
de eso, hombre, por lo menos una semana.
Nos importa muy poco el vecino
mientras podamos bebernos las cervezas
en las casas de los amigos,
nos importa poco lo que pase
más allá de las pisadas
de nuestros zapatos, menos cuando
pisamos alguna mierda de perro,
entonces sí nos acordamos
del vecino de al lado
pero no podemos ir a pedirle
explicaciones, porque la pandemia
probablemente ya se lo haya llevado.
Es una tristeza los médicos llorando,
jóvenes haciendo lo que les viene
en gana en la calle y en fiestas privadas,
entre abrazos, palmadas, besos, cigarros…
Es una tristeza los médicos llorando
y los ancianos que apenas recuerdan
a sus hijos, despidiéndose porque alguno
les ha proporcionado una videollamada
con su propio teléfono:
Es una tristeza los médicos llorando.
Espantoso el ruido de las ambulancias,
ya lo temo más que a las tormentas,
cuando pasa alguna observo si cruza
por el camino de mi casa,
igual me pasa con los bomberos,
me aterra y agarro mi teléfono
hasta que no me aseguro de
que se dirigen hacia el lado opuesto.
Hay algo de hermosura en todo esto,
pero no seré yo quien lo endulce,
mi deber es constatar lo mal que
lo hicimos, llamadme azote,
huracán, flagelo del culpable.
Yo mismo pagué un alto precio
por intentar ser coherente.
Ya no más.
Mientras mis hijas estén bien
el mundo puede irse al carajo,
eso es lo que me ha enseñado todo esto,
que es mejor ser egoísta, interesado,
inconsciente, irresponsable, como
un empresario pero sin serlo.
Qué tristeza los médicos llorando
con los muertos en los brazos
y los niños llorando ateridos,
los viejos sacados en brazos
como peleles en residencias ardiendo.
Qué tristeza los médicos llorando
sin médicos.
La balanza mal equilibrada.
25/01/21