Añoraba la Lluvia

Hacía tanto que no la veía por ningún lado.
Dormir le hacía daño porque soñaba con Ella, tenía envidia de su subconsciente, de que, en sus ansias más profundas tuvieran citas inesperadas, odiaba irse a dormir porque era real, el sonido, el repiqueteo sobre los capós de los coches, el silencio de los pájaros (el más característico sonido cuando Ella llegaba), el cómo arrancaba los pétalos frescos de las flores con su fuerza mojada, el cómo calle abajo se formaba un pequeño torrente que arrastraba papeles de caramelos, torrentes que las abuelas saltaban con grandes monederos sobre la cabeza, inmensos ríos sobre los que flotaban hormigas en las hojas de los naranjos. Agua que arrastraba toda la suciedad de su barrio apestoso, agua que purificaba todo a su paso, un borrón y cuenta nueva absoluto en lo cotidiano.
El olor, ese olor que todos podían describir de un modo más o menos parecido, pero que no llegaba ni de lejos a lo que en realidad era, un contenedor de experiencias sublimes, un vehículo para la memoria, el pacto supremo de reencontrarse cada poco y desvelar todos los lugares que visitaba: el olor de todas las cimas, el olor del polvo del desierto, de su noche helada, el olor de los mercados llenos de gente sudorosa, de montañas de ropa y puestos de especies abarrotados de cubos de aceitunas aliñadas, el olor del asfalto y las ruedas de las motos de Tailandia, el de los recién nacidos que vinieron mientras Ella estuvo presente en todos y cada uno de los rincones del planeta, el olor poderoso de los tifones a llanto, tierra arrancada de cuajo y gasolina, olores, sonidos, imágenes que pasaban en un carrusel mágico y que eran imposibles de recordar cuando despertaba cada mañana.
Por eso odiaba dormir.

Hacía mucho que no la veía por ningún lado, y todo lo que no fuera sentirla físicamente, olerla o saborearla consciente le hacía daño, amaba la Lluvia por encima de todo, pero no soportaba el peso de sus sueños, el peso de su vida interior, ser infiel a sí mismo lo desquiciaba y así fue que pasó muchas noches en vela, con los recuerdos doliéndole, temiendo soñar por tener que vivirlos de nuevo…

Deja un comentario